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Wednesday, October 26, 2011

CATEQUESIS PARA UN DIA NACIONAL DE AYUNO

CONFERENCIA EPISCOPAL DE NICARAGUA
1 de julio 2011

1. Dimensión bíblica del ayuno.
Desde el Antiguo Testamento la práctica del ayuno ocupa un puesto importante para la historia de Israel. El mismo A.T. considera el ayuno como un aspecto fundamental de la espiritualidad del pueblo:

a) Se recurre al ayuno para prepararse al encuentro con Dios (Cf. Esdras 34, 28; 1 Reyes 19, 8; Daniel 9, 3).
b) Antes de afrontar una tarea difícil (Cf. Jueces 20, 26; Ester 4, 6).
c) Suplicar el perdón de una culpa.. (Cf 1 Reyes 21, 27).
d) Para manifestar el dolor frente a una desdicha familiar o nacional (1 Samuel 7, 6; 2 Samuel 1, 12; Baruc 1, 5).
e) Pero el ayuno inseparable de la oración y la justicia, está orientado a la conversión, sin la cual no tiene sentido (Cf. Isaías 58, 6-7; Jeremías 14, 12; Zacarías 7, 5-14).

En el Nuevo Testamento encontramos que el Señor Jesús, antes de iniciar su vida pública, impulsado por el Espíritu Santo, ayunó como expresión de abandono confiado al designio salvífico del Padre:

a) La práctica del ayuno facilita la apertura del hombre a otro alimento: al de la Palabra de Dios (Cf. Mateo 4, 4), y al del cumplimiento de la voluntad del Padre (Cf. Juan 4, 34).
b) El ayuno está estrechamente unido a la oración, fortalece la virtud, suscita la misericordia, implora el socorro divino y conduce a la conversión del corazón (Cf. Hechos 13, 3; 14, 23.
c) Jesús dio indicaciones precisas sobre la práctica del ayuno: Mt 6, 16-18=No para ser vistos; Mt 17, 21 = Da fuerza para combatir el mal; Mt 9, 14-15 = Se realiza alegremente en comunión con Cristo Resucitado.

2. La práctica del ayuno.

El ayuno es una práctica religiosa ya usada desde antiguo. La Iglesia la ha tenido en gran estima desde sus orígenes. Como tal, el ayuno consiste en abstenerse de ingerir alimento sólido por un tiempo determinado.

En nuestra actual legislación eclesiástica el ayuno está mandado por la Iglesia el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, y se puede pedir por alguna circunstancia cuando lo determine la autoridad competente (canon 1253). El ayuno obliga a todas las personas mayores de edad hasta que hayan cumplido cincuenta y nueve años (Cf. Cánones 1249; 1251; 1252).

El ayuno es una hermosa combinación de lo espiritual con lo físico, se trata de liberarnos del apego a lo físico para volcarnos al Señor. Vaciarnos de nosotros mismos para que el Señor nos llene de su gracia. El ayuno nos ayuda a ver en el hambre física, el hambre espiritual que todos tenemos.

Junto con la práctica penitencial del ayuno, se encuentra otra muy conocida que es la abstinencia. Esta consiste en privarse o “abstenerse” de comer carne u otras cosas satisfactorias por un tiempo determinado. La abstinencia está recomendada por la Iglesia todos los viernes del año, especialmente los viernes de cuaresma, Miércoles de Ceniza y Viernes Santo.

El ayuno entonces se diferencia de la abstinencia en su rigurosidad y por su marcado tinte penitencial. Es una práctica muy recomendable siempre y cuando se haga con el sentido que tiene.

3. Verdadero Ayuno. ls 58, 6-7

Tomando como referencia al Profeta Isaías, en el capítulo 58, 6-7

Ayuno verdadero, nos hace experimentar una conversión de mente y corazón, y esa se hace sentir en nuestras palabras y acciones, debe ir acompañado de obras de justicia y caridad. El ayuno genera un cambio interior como exterior. Si ayunamos, no podemos seguir tratándonos con egoísmo e injusticia, no podemos permitir la impunidad, el hambre. Debe realizarse en solidaridad con los más pobres.

Dios desea ver que el ayuno nos ayude a: Identificamos con los pobres, huérfanos, víctimas de abusos, desamparados, los niños no nacidos.

Sentirnos movidos a romper las cadenas de la injusticia, abusos con las leyes en contra de los más débiles y pobres, liberar a quienes viven bajo opresión.

Dios espera que sus hijos sean luz en la oscuridad.

El ayuno nos humilla como factor de igualdad ya que nos reduce a todos a una condición de hambre, necesidad y dependencia del Señor, “si mi pueblo, el que lleva mi nombre, se humilla, ora, me busca y deja su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré sus pecados y devolveré la prosperidad a su país” (Crónicas 7, 14)

4. El sentido del día nacional de ayuno.

Es un llamado de nuestros obispos para ponernos delante del Señor con una actitud de penitencia para encomendarle especialmente el destino de nuestra nación.

En el actual estado de las cosas y dadas las importantes decisiones que como ciudadanos y cristianos debemos tomar en este año elec¬toral, nuestros pastores estiman que este ayuno nos ayudará a prepararnos para hacer las obras que Dios tiene previstas para nosotros, obras de santidad y justicia. Este ayuno nos ayudará:

a. comprender mejor la voluntad de Dios, a actuar con prudencia y sabiduría en las decisiones importantes que hemos de tomar, a prepararnos para buscar y hacer el querer de Dios.
b. Pedir perdón por la responsabilidad que todos tenemos en las situaciones negativas del país.
c. Implorar del Señor fuerza para construir una sociedad según su voluntad.

5. Modo de realizar el día nacional de ayuno.

El día nacional de ayuno ha de realizarse durante un período de doce horas, comenzando a las seis de la mañana y finalizando a las seis de la tarde. Exhortamos a realizar este día de ayuno a todos los cristianos católicos que estén en la edad contemplada (mayores de edad hasta los cincuenta y nueve años), que estén en buenas condiciones de salud y que su actividad laboral se los permita. De no poder cumplir con el ayuno, se recomienda la abstinencia de comer carne u ofrecer otra manera de mortificación.

Se recomienda que para acompañar la jornada de ayuno se hagan las oraciones que para éste día han sido indicadas. Una a las seis de la mañana, al comienzo del ayuno, otra a medio¬día y la última a las seis de la tarde, al momento de terminar. También se recomienda que se toquen las campanas de los templos de nuestra provincia eclesiástica a las horas mencionadas (seis de la mañana, doce del mediodía, seis de la tarde) con el fin de marcar el ritmo de este ayuno.

6. Oraciones para vivir el ayuno

6:00 am. Comienzo del Ayuno.
Rezo del Angelus.
Oración después del Angelus

“Padre Misericordioso, en el Nombre del Señor Jesús, comienzo este día de ayuno y oración y, con ello, te pido por nuestra Patria Nicaragua dañada por la violencia y la pérdida de valores cristianos. Consuela el dolor de los que sufren, da acierto en las decisiones de los que nos gobiernan y gobernarán. Toca el corazón de quienes olvidan que somos hermanos y provocan sufrimiento y muerte. Danos a todos el don de la conversión, protege a las familias, que como discípulos y misioneros tuyos, seamos ciudada¬nos responsables, sepamos ser constructores de justicia y paz para que en ti nuestro pueblo tenga vida digna”. Amén.

12:00 m. A mitad de la jornada.
Rezo del Angelus.
Oración para después del Angelus.

“Señor, al llegar a la mitad de este día de ayuno y oración, te doy gracias por fortalecerme y poder continuar en mi propósito que eleva mi espíritu, refrena las pasiones y recompensa el alma. Mi corazón está firme, Señor. Si soy capaz de ser fiel en lo poco, siempre haré en tu Nombre cosas mayores Amén.

6:00 p.m. Fin del ayuno.
Rezo del Angelus.
Oración para después del Angelus.

“Gracias Padre por sustentarme. Gracias por ayudarme a desprenderme y compartir la solicitud por el destino de mi Patria. Hazme comprender que ser cristiano no es sólo rezar, sino también, actuar y colaborar en la construcción de una sociedad más justa y más fraterna. Señor, bendice y salva a Nicaragua.” Amén.

7. Oración del Angelus.

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

-El Ángel del Señor anunció a María, y concibió por obra del Espíritu Santo.

Dios te salve María...

-He aquí la Esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.

Dios te salve María...

-Y el Verbo de Dios se hizo Hombre, y habitó entre nosotros.

Dios te salve María...

-Ruega por nosotros Santa Madre de Dios, Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo, nuestro Señor.

Oremos:

Infunde, Señor, tu Gracia en nuestros corazones para que quienes, hemos conocido por el anuncio del Ángel la Encarnación de tu Hijo Jesucristo, lleguemos por su Pasión y su Cruz a la gloria de su resurrección. Por el mismo Jesucristo, nuestro señor. Amén.

Catequesis elaborada por la Comisión Nacional de Liturgia presidida por Mons. Jorge Solórzano Pérez

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