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Sunday, December 30, 2007

AL FINAL DE NUESTRO ENCUENTRO

Paco Montesinos Ortí,
Provincial Escuela Pía en Valencia
22 de diciembre de 2007

Terminamos los Ejercicios y los terminamos como hacemos los cristianos, con la máxima acción de gracias que nace de nuestra fe: La Eucaristía. Después de escuchar tantas palabras, necesitamos hacer presente a la Palabra. La Palabra se hizo carne y habitó en nosotros, DICE LA Escritura, y antes de volver al Padre que lo envió, nos dejó la promesa de que nunca nos abandonaría. “Tomad y Comed porque este es mi cuerpo. Tomad y bebed porque esta es mi sangre”. Presencia real entre aquellos que un día por el bautismo y otro por la profesión y, quizás, un tercero, la ordenación sacerdotal, somos convocados a este banquete.

Y en este contexto, las lecturas de hoy nos ayudan a ver cómo la historia del Señor se va concretando en la historia de tantas y tantas personas que habiendo descubierto que el Señor había descubierto “su humillación”, no tienen más remedio que proclamar la grandeza del Señor.

Hoy tenemos ante nosotros a dos mujeres. Ana y María. La primera, una mujer que amaba como esposa, sufría como estéril, lloraba como marginada, oraba como necesitada de protección divina, y esperaba en la misericordia del Señor. ¡Qué humano y comprensivo es todo eso!
Por eso, el templo era el lugar donde poder desahogarse. Allí, en oración pedía y prometía a Dios que, si le daba un hijo, se lo dedicaría y haría de él, su servidor. Dios le oyó; concibió el hijo y cumplió su promesa. “A la estéril, le ha dado un hijo” le oiremos más tarde a otra mujer elegida.

Y María. María también conocía la historia de Ana. También en ella hay conciencia de lo que ha hecho el Señor en su persona “el Señor ha concedido mi petición”. Un nuevo tiempo ha empezado.

Yo, en este momento, quisiera compartir con ustedes dos cosas. Lo que me dice este texto inmenso del evangelio de Lucas y lo que he sentido, también gozosamente, durante estos dos meses de convivencia.

¿No creéis que sería hermoso que cada uno pudiera componer su Magnificat personal? Porque aquí encontramos a una mujer, María, que alaba al Señor porque ha descubierto que “ha hecho grandes por ella”. La Señor que ha hecho esas obras, la lleva a responder con la misma magnificencia. Por lo que ha hecho, proclamo su grandeza.
(Muy cerca de mí, hay padres que…) A mi derecha y a mi izquierda tengo, además de la historia viva de la Vice Provincia, son personas que seguro que a sus años nos podrían proclamar las “grandes obras” que el Señor ha hecho con ellos durante tantos y tantos años. Lejos de su patria y de los suyos han sabido dejar hacer en ellos la voluntad de Dios. Allá enfrente, tenemos a dos muchachos cuya experiencia en sus inicios entre nosotros han proclamado también cómo el Señor les va conduciendo a pesar de las resistencias que todos vivimos. (Darwin, nadie más que vos ha sido citado tantas veces por el predicador. Marvin, ¡cuántos de nosotros tuvimos anteanoche la ocasión de recordar tantas huidas, o al menos intentos de huidas, personales! Gracias a los dos.)

Pero no sólo proclama María lo que ha hecho el Señor con ella, también proclama lo que ha hecho el Señor con su pueblo Israel. “De generación en generación su misericordia llega a sus fieles”. Hoy también, proclamamos con gozo lo que el Señor ha hecho con este pueblo tan pequeño pero tan significativo como es nuestra Vice Provincia. Generación tras generación. Si nos miramos, podríamos decir dónde se encuentra cada uno. Entre aquellos primeros hermanos, el P. Bruno, el P. Remigio, el P. Joaquín, o aquellos otros que se quedaron por el camino antes de tiempo, José María Cuesta, Horacio o el mismo Chico Luís, que reposan en estas tierras, o los últimos que nos alegráis con vuestras ordenaciones, Adrián, Juan, Mauricio, Absa y vosotros queridos juniores y pre-novicios hay toda una historia de Salvación para la Provincia de Valencia, para la Vice Provincia y para tantas y tas comunidades, pueblos o ciudades que han sentido vuestra presencia. Hoy podemos decir que Dios ha actuado en cada uno de nosotros y en esta bendita Vice Provincia de Centro América. Con María también podemos decir, después de disfrutar de su presencia, que “su nombre es Santo”.

En el corazón de todo escolapio las contraposiciones de esa segunda parte del texto del Magníficat que hemos proclamado en el Evangelio, suenan siempre de una forma especial. A Calasanz también le debió sonar, porque desde la comodidad del que se sentía superior a tanta gente de aquella Roma renacentista, salió a la calle y allí encontró el motivo de su Magnificat; allá a los 90 años cuando, ante la obra de su vida destruida, pudo decir aquello de “El Señor me lo dio, el Señor, me lo quitó, ¡bendito sea el Señor!”, el Señor, a pesar de todo, sigue siendo grande y digno de bendición de generación en generación.

Es verdad que Calasanz luchó contra el poderoso que intentaba excluir de la educación a los niños más pobres, es verdad que Calasanz denunció el abandono que la sociedad hacía de aquellos niños, es verdad que Calasanz perdió día a día su vida en el trabajo cotidiano, pero no es menos verdad que todo aquello se debió sólo a que el Señor Jesús le cautivó y le cambió el corazón. Sin esto último, los 400 años de Escuela Pía no sabemos si hubieran existido.

Nuestra Vice Provincia, nuestra Provincia o nuestra Orden podrán perder la vida haciendo cosas, pero sin un corazón convertido al Señor, el quehacer de cada día podrá con nosotros. No hay fuerzas suficientes como para enfrentarse a tanto soberbio de corazón y a tanto poderoso y tampoco tenemos tanta fuerza para colmar de bienes a tantos desterrados de la tierra o alimentar a tantos que mueren por la pobreza provocada por los excesos de tantos ricos, sabios y poderosos. Sólo la misericordia que el Señor derrama día a día en cada uno de nosotros, nos hace ser profetas auténticos y testigos ilusionados, ante el mundo que necesita de las dos cosas, de los profetas y de los testigos. Si no lo hacemos nosotros, otros, seguro, que lo mal harán.

Y cómo no, yo también quisiera compartir con ustedes el tiempo de bendición que han sido para mí estos dos meses en la Vice Provincia.

Los Superiores cuando visitaban una Demarcación la terminaban con un Informe. El P. Visitador leía sus conclusiones a aquellos a los que correspondía. Y los que escuchaban se reservaban el derecho de opinión, para otro momento claro está. No sea así en mí. El otro día los hermanos rectores me lo pidieron sin previo aviso, y les comenté lo que primero me vino a la mente. Hoy, con más tiempo, más que un informe, quisiera compartir con ustedes todo aquello que me lleva a bendecir al Señor.

Yo he vivido con gozo la acogida cordial y sincera allá donde he estado y me he movido. Me he sentido acogido como un hermano más. He compartido la vida diaria de la Comunidad y he procurado servir en aquello que se me ha pedido. ¡Qué más pedir para uno que desconocía las realidades y hasta las personas! Es una gracia que tenemos los escolapios, lo decía ayer Javier. Allá donde vamos, nos sentimos en casa, nos sentimos hermanos.

He vivido con gozo la fraternidad en medio de la diversidad de cada uno de los que formáis la Vice Provincia. He recordado aquellos buenos tiempos en que uno se sentía a gusto con aquel con quien tenías al lado. Las diferencias y las diversidades estaban cubiertas con la comunión. También lo hemos oído. Es hermoso ser diverso, porque diversidad es signo de riqueza y, más hermoso, tener ese corazón en comunión porque multiplica esas riquezas.

He vivido con gozo la esperanza de una Demarcación que mira al futuro planteándose nuevos retos. Personas y proyectos en comunión que fortalecen al grupo y se convierten en testimonios vivientes ante los hombres y mujeres a los que nos dirigimos. Mirar al futuro con esperanza es garantía de ese mismo futuro. Todas las fuerzas al servicio de un proyecto que, naciendo de la fe, se plasman en los más pobres y necesitados.

Y finalmente, el gozo de hermanos entregados a la misión en cuerpo y alma. Esto es muy escolapio. Del alba a la noche trajinando las diferentes tareas que nos han sido encomendadas. Y en medio de todos, los niños. A los que no conocemos esta realidad lo que más nos llama la atención son los niños. Y su sonrisa. Y su mirada pidiendo algo. Es cautivador, también para este que os habla.

¿A qué os animaría?

Os animaría a fortalecer la vida comunitaria. Es la primera que sufre las consecuencias de nuestra misión, pero no podemos olvidar que es lo más propio de nuestro estilo de vida. Decía el otro Javier ayer, que la gente nos ve mucho más como párrocos que como religiosos; hemos de hacer el esfuerzo por que nos vean como una comunidad de hermanos. No es fácil, los que vivimos en los colegios y más en tareas directivas lo sabemos bien, pero es un reto que no podemos olvidar afrontar. Sin vida comunitaria fuerte, seguro que encontramos otras “comunidades,” aunque sólo sean de uno en donde encontrar lo que uno necesita, incluida la vivencia de la fe.

Os animaría a seguir buscando el futuro de la Vice Provincia desde una identidad fuerte de escolapios. Futuro e identidad son para mí dos palabras fundamentales. Descubrir la nueva escuela del siglo XXI en el continente americano, descubrir las nuevas pobrezas que requieren presencias atrevidas, dicen los que escriben que el futuro se encuentra en la frontera. La Vice Provincia tendrá que descubrir dónde están esas fronteras en las que invertir tiempo, personas y caudales. E identidad. Somos un cuerpo viceprovincial, y dentro de ese cuerpo tenemos futuro. Fuera de él, tenemos pan para hoy y hambre para mañana como dicen en mi tierra. Experiencias de esto todos las tenemos presentes.

Os animaría a trabajar en el campo del laicado. El laicado nos es un campo fácil, la misma Orden tiene problemas para definir los ámbitos en los que moverse. Pero no hacen muchas estructuras para compartir la misión con los responsables de la Palabra en la Romana, los colaboradores de La Puya, los animadores del centro Cultural y Juvenil de León, los amigos del Hogar, los componentes del grupo bíblico de San José, los equipos de pastoral colegial, y pueden ustedes añadir a tanta gente que está con los escolapios, siente su misión, aporta su tiempo y su persona en lo que se les pide. Son nuestros laicos, no los perdamos, no dejemos de formarles.

Os animaría a reforzar la pastoral juvenil colegial y a continuar con ánimo la estupenda pastoral vocacional que estáis llevando en la Vice Provincia. El mundo de los niños es nuestro campo preferido y más en estas tierras donde la infancia está en tantas ocasiones desatendida si no abandonada. Me llevo esas terribles imágenes de los niños de la calle arriesgando su vida en medio de las carreteras vendiendo cualquier cosa que tan poco vale. Los niños, y los jóvenes. Son el grupo humano con mayor factor de riesgo que tiene la sociedad. Vacíos de contenidos son presa fácil para aquel que los quiere cautivar con ofertas sin retorno. El mundo de la drogadicción, de la marginación, de la violencia juvenil, las bandas, las maras son lugares que cada día deberían estar más cerca de nuestras programaciones educativas y pastorales. Yo os animaría a potenciar y a crear, si no los hay, los grupos juveniles fuera del horario escolar. Ya sé que hay problemas de movilidad, pero para esos problemas somos lo suficientemente sagaces y creativos para ofrecer nuevas soluciones.

Y les animaría a seguir con los proyectos de educación no formal, La Romana, la Puya, León, el Hogar son realidades que ensanchan el corazón a los que las lleváis aquí, y el de los que lo contemplamos cuando venimos y gozosamente las narramos en nuestras tierras al regreso.

Y les animaría a seguir trabajando por ofrecer una educación de calidad en nuestros colegios. Me habéis oído cuando he hablado a los claustros. Evangelización, calidad educativa, laicos, pastoral, y tantas otras son lo que van definiendo, y bien, nuestra oferta de centro católico escolapio.

Y terminaría animándoos a seguir potenciando la relación con la Provincia.
A mayor relación, mayor conocimiento. A mayor conocimiento, mayor comunión. Hoy Provincia y Vice Provincia necesitan sentirse próximas y solidarias. Los problemas, son nuestros problemas, las alegrías son nuestras alegrías. Hemos vivido, aún los estamos viviendo, tiempos difíciles pero no imposibles. A pesar de todo, sigo creyendo que son tiempos para crear ilusiones. El otro día Javier dijo algo que muchos, parece, anotamos en el cuaderno: “Tropezarse con las dificultades es una garantía de que vamos por el buen camino.” Nos gustaría creer que eso es cierto. Y para que lo sea, está también la comunión de todos, comunión en la oración y en quienes nos sacaron un día de nuestras casas: Jesucristo y Calasanz. Creo que son dos buenos valedores en estos tiempos. El tronco y los frutos del primer amor.

Yo, hoy, como María, termino bendiciendo al Señor porque ha mirado nuestra pobreza y nos ha dado su Espíritu para seguir laborando en la viña que Él nos ha dado. Gracias a todos.

San José a 22 de diciembre de 2007

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