J.M.J - Saludo del papa Benedicto XVI a los voluntarios
A LOS VOLUNTARIOS DE LA JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD
SALUDO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
Domain, Sydney
lunes 21 de julio de 2008
Queridos amigos en Cristo:
Agradezco al Obispo Fisher y al Cardenal Pell sus amables palabras y me alegra tener esta oportunidad para dirigir un saludo final a todos vosotros y deciros lo espléndida que ha sido la experiencia de esta semana. En estos días hemos sido testigos directos de la alegría que encuentran en la propia fe tantos miles de jóvenes, y hemos podido expresar nuestra alabanza y nuestra gratitud a Dios por su bondad para con nosotros. Hemos podido comprobar el calor y la generosidad de la hospitalidad australiana y contemplar juntos el magnífico paisaje de este hermoso continente. Ha sido una semana realmente memorable.
Sin embargo, nada de esto hubiera sido posible sin un gran esfuerzo de preparación y de trabajo diligente durante el período que ha precedido a la Jornada Mundial de la Juventud. Deseo agradeceros a todos la generosidad del tiempo y las energías empleadas para permitir el desarrollo sin percances de cada uno de los actos que hemos celebrado juntos. Tales eventos han tenido necesidad de una esmerada coordinación, en la que han participado Autoridades civiles, policía y asociaciones de primeros auxilios, así como personal eclesiástico y un grupo enorme de voluntarios, responsables y ayudantes. Vuestros esfuerzos han preparado el terreno para que el Espíritu descendiera con fuerza, estableciendo vínculos de unidad y amistad entre los jóvenes provenientes de ambientes culturales muy diversos, y reforzando su amor por Cristo y por su Iglesia. En las multitudes que se han congregado aquí en Sidney hemos visto una manifestación elocuente de la unidad en la diversidad de la Iglesia universal, hemos tenido una visión en pequeño de la unidad de la familia humana que anhelamos. Que estos jóvenes, con la fuerza del Espíritu, hagan de esta visión una realidad en el mundo del mañana.
En el aeropuerto tendré ocasión de dar las gracias a los representantes de las Autoridades civiles. Aquí quiero expresar mi profunda gratitud a todos los Obispos, los sacerdotes, los consagrados y consagradas, los capellanes, los profesores, las asociaciones laicales, los movimientos eclesiales, las familias de acogida, las escuelas y las comunidades parroquiales que tanto han contribuido para que la Jornada Mundial de la Juventud fuera un éxito. Leemos en los Hechos de los Apóstoles que «más vale dar que recibir» (20,35). Sin embargo, espero que vosotros hayáis recibido más de lo que habéis servido generosamente en el curso de nuestras celebraciones. A todos os digo sincera y cordialmente «gracias».
Al disponerme a regresar a Roma, llevo conmigo como un tesoro la memoria de muchos acontecimientos llenos de gracia que hemos vivido juntos: mi primer encuentro con los jóvenes en Barangaroo, los encuentros posteriores en Darlinghurst y en la Catedral de Santa María, la vigilia de la Juventud en la explanada de la Cruz del Sur y la Misa final de ayer. Rezo para que también vosotros llevéis en vuestra alma muchos recuerdos preciosos e intuiciones espirituales, de modo que regreséis a vuestras casas y a vuestras familias con ardor renovado para difundir el Evangelio de Jesucristo. Con la fuerza del Espíritu, id ahora a renovar la faz de la tierra.
A la vez que os saludo de corazón, os encomiendo a todos a la amorosa intercesión de la Virgen de la Cruz del Sur, Auxilio de los cristianos. Invoco sobre vosotros los siete dones del Espíritu Santo y os aseguro mi plegaria constante. Dios bendiga a los jóvenes del mundo y bendiga al pueblo de Australia.
© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana
SALUDO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
Domain, Sydney
lunes 21 de julio de 2008
Queridos amigos en Cristo:
Agradezco al Obispo Fisher y al Cardenal Pell sus amables palabras y me alegra tener esta oportunidad para dirigir un saludo final a todos vosotros y deciros lo espléndida que ha sido la experiencia de esta semana. En estos días hemos sido testigos directos de la alegría que encuentran en la propia fe tantos miles de jóvenes, y hemos podido expresar nuestra alabanza y nuestra gratitud a Dios por su bondad para con nosotros. Hemos podido comprobar el calor y la generosidad de la hospitalidad australiana y contemplar juntos el magnífico paisaje de este hermoso continente. Ha sido una semana realmente memorable.
Sin embargo, nada de esto hubiera sido posible sin un gran esfuerzo de preparación y de trabajo diligente durante el período que ha precedido a la Jornada Mundial de la Juventud. Deseo agradeceros a todos la generosidad del tiempo y las energías empleadas para permitir el desarrollo sin percances de cada uno de los actos que hemos celebrado juntos. Tales eventos han tenido necesidad de una esmerada coordinación, en la que han participado Autoridades civiles, policía y asociaciones de primeros auxilios, así como personal eclesiástico y un grupo enorme de voluntarios, responsables y ayudantes. Vuestros esfuerzos han preparado el terreno para que el Espíritu descendiera con fuerza, estableciendo vínculos de unidad y amistad entre los jóvenes provenientes de ambientes culturales muy diversos, y reforzando su amor por Cristo y por su Iglesia. En las multitudes que se han congregado aquí en Sidney hemos visto una manifestación elocuente de la unidad en la diversidad de la Iglesia universal, hemos tenido una visión en pequeño de la unidad de la familia humana que anhelamos. Que estos jóvenes, con la fuerza del Espíritu, hagan de esta visión una realidad en el mundo del mañana.
En el aeropuerto tendré ocasión de dar las gracias a los representantes de las Autoridades civiles. Aquí quiero expresar mi profunda gratitud a todos los Obispos, los sacerdotes, los consagrados y consagradas, los capellanes, los profesores, las asociaciones laicales, los movimientos eclesiales, las familias de acogida, las escuelas y las comunidades parroquiales que tanto han contribuido para que la Jornada Mundial de la Juventud fuera un éxito. Leemos en los Hechos de los Apóstoles que «más vale dar que recibir» (20,35). Sin embargo, espero que vosotros hayáis recibido más de lo que habéis servido generosamente en el curso de nuestras celebraciones. A todos os digo sincera y cordialmente «gracias».
Al disponerme a regresar a Roma, llevo conmigo como un tesoro la memoria de muchos acontecimientos llenos de gracia que hemos vivido juntos: mi primer encuentro con los jóvenes en Barangaroo, los encuentros posteriores en Darlinghurst y en la Catedral de Santa María, la vigilia de la Juventud en la explanada de la Cruz del Sur y la Misa final de ayer. Rezo para que también vosotros llevéis en vuestra alma muchos recuerdos preciosos e intuiciones espirituales, de modo que regreséis a vuestras casas y a vuestras familias con ardor renovado para difundir el Evangelio de Jesucristo. Con la fuerza del Espíritu, id ahora a renovar la faz de la tierra.
A la vez que os saludo de corazón, os encomiendo a todos a la amorosa intercesión de la Virgen de la Cruz del Sur, Auxilio de los cristianos. Invoco sobre vosotros los siete dones del Espíritu Santo y os aseguro mi plegaria constante. Dios bendiga a los jóvenes del mundo y bendiga al pueblo de Australia.
© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana
Labels: Jóvenes, Magisterio, Papa
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