En torno a Calasanz
Rodolfo Robert, Viceprovincial
Valencia, 25 de agosto de 2008.
A todos los hermanos de la Viceprovincia
¡Qué la paz del Señor esté con todos ustedes!
Desde Valencia les escribo con afecto al celebrar la gran Solemnidad de nuestro fundador, San José de Calasanz. Lo hago, a pocas horas de concluir los Ejercicios Espirituales que he compartido con nuestros hermanos escolapios de Valencia, en el Centro de Espiritualidad Carmelitana del Desierto de las Palmas (Castellón). También han estado presentes los P.P. José Eraso y José Escrivá, así como el Hno. Adam Altamirano.
Hacer memoria y fiesta de San José de Calasanz, es también celebrar nuestra vida, nuestra vocación. Nada de lo que hacemos y vivimos tendría sentido sin el paso de Calasanz y de la Escuela Pía por nuestra historia. En ellos hemos sido llamados, reunidos y enviados a la misión. ¡Somos Escolapios! ¡Qué bendición! Y en esta raíz de comunión debemos comprender las diferencias y las dificultades, pues ninguna de ellas será tan grande para oscurecer el llamado común. Y que broten de allí, el agradecimiento y generosidad necesarios para alimentar y fortalecer nuestra experiencia de Dios y nuestra vida comunitaria en caridad, pues sin ellas, simplemente seríamos “bronce que suena o címbalo que retiñe”. (1ª Cor 13, 1). Por eso, queremos también reafirmar, la urgencia de seguir presentando de manera alegre y directa la oferta de la vocación escolapia. Que nadie argumente motivos de edad o trabajo para no compartir la riqueza de su llamada, y que todos apoyemos los esfuerzos de la pastoral vocacional, una que anuncia al Jesús de Calasanz e invita a formar parte de nuestra familia religiosa.
Este tesoro, llamado Calasanz, lo celebramos junto a tantos hermanos laicos que día a día acompañan la misión en nuestras obras; muchos de ellos probados en fidelidad a lo largo de años. Mi especial agradecimiento para todos y para los voluntarios que han venido desde España, a Nicaragua y República Dominicana. Mención especial hago de Rubén, Miguel Ángel y Bea, que comparten en su experiencia de larga duración, mucho más que la misión. Gracias.
En Calasanz, también renovamos creatividad y energía para evangelizar educando a nuestros niños y jóvenes, poniendo una especial y delicada mirada en los más pobres, a quienes estamos obligados a llegar cada vez más, con mayor eficacia. En tiempos en que la palabra crisis vuelve a resonar con fuerza y los medios de comunicación hacen eco de la grave situación que afecta a la economía global, los escolapios debemos recordar con humildad nuestra pobreza consagrada, ensanchar nuestro corazón de pobres y mirar con atención y responsabilidad profética nuestro papel en la sociedad. Son tiempos para multiplicar el trabajo y responder aún más, desde el sentido evangélico de la justicia.
Compartiéndoles la oración y el saludo de nuestros hermanos de Valencia, me despido, en Cristo y San José de Calasanz.
P. Rodolfo Robert, Sch.P.
Viceprovincial
Valencia, 25 de agosto de 2008.
A todos los hermanos de la Viceprovincia
¡Qué la paz del Señor esté con todos ustedes!
Desde Valencia les escribo con afecto al celebrar la gran Solemnidad de nuestro fundador, San José de Calasanz. Lo hago, a pocas horas de concluir los Ejercicios Espirituales que he compartido con nuestros hermanos escolapios de Valencia, en el Centro de Espiritualidad Carmelitana del Desierto de las Palmas (Castellón). También han estado presentes los P.P. José Eraso y José Escrivá, así como el Hno. Adam Altamirano.
Hacer memoria y fiesta de San José de Calasanz, es también celebrar nuestra vida, nuestra vocación. Nada de lo que hacemos y vivimos tendría sentido sin el paso de Calasanz y de la Escuela Pía por nuestra historia. En ellos hemos sido llamados, reunidos y enviados a la misión. ¡Somos Escolapios! ¡Qué bendición! Y en esta raíz de comunión debemos comprender las diferencias y las dificultades, pues ninguna de ellas será tan grande para oscurecer el llamado común. Y que broten de allí, el agradecimiento y generosidad necesarios para alimentar y fortalecer nuestra experiencia de Dios y nuestra vida comunitaria en caridad, pues sin ellas, simplemente seríamos “bronce que suena o címbalo que retiñe”. (1ª Cor 13, 1). Por eso, queremos también reafirmar, la urgencia de seguir presentando de manera alegre y directa la oferta de la vocación escolapia. Que nadie argumente motivos de edad o trabajo para no compartir la riqueza de su llamada, y que todos apoyemos los esfuerzos de la pastoral vocacional, una que anuncia al Jesús de Calasanz e invita a formar parte de nuestra familia religiosa.
Este tesoro, llamado Calasanz, lo celebramos junto a tantos hermanos laicos que día a día acompañan la misión en nuestras obras; muchos de ellos probados en fidelidad a lo largo de años. Mi especial agradecimiento para todos y para los voluntarios que han venido desde España, a Nicaragua y República Dominicana. Mención especial hago de Rubén, Miguel Ángel y Bea, que comparten en su experiencia de larga duración, mucho más que la misión. Gracias.
En Calasanz, también renovamos creatividad y energía para evangelizar educando a nuestros niños y jóvenes, poniendo una especial y delicada mirada en los más pobres, a quienes estamos obligados a llegar cada vez más, con mayor eficacia. En tiempos en que la palabra crisis vuelve a resonar con fuerza y los medios de comunicación hacen eco de la grave situación que afecta a la economía global, los escolapios debemos recordar con humildad nuestra pobreza consagrada, ensanchar nuestro corazón de pobres y mirar con atención y responsabilidad profética nuestro papel en la sociedad. Son tiempos para multiplicar el trabajo y responder aún más, desde el sentido evangélico de la justicia.
Compartiéndoles la oración y el saludo de nuestros hermanos de Valencia, me despido, en Cristo y San José de Calasanz.
P. Rodolfo Robert, Sch.P.
Viceprovincial
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