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Friday, August 28, 2009

DECLARACIÓN DE PERALTA

Congregación General
Peralta de la Sal, 22 de julio de 2009.

A TODOS LOS RELIGIOSOS DE LA ORDEN
LA GRACIA Y LA PAZ DE DIOS, NUESTRO PADRE

Yo sé bien en quién he puesto mi confianza, y sé que tiene poder para ayudarme a llevar hasta el final el encargo que me dio” (II Tim 1, 12)

Muy queridos hermanos:

Desde Peralta de la Sal, casa natal de San José de Calasanz, les enviamos nuestro saludo y nos presentamos ante ustedes con la confianza puesta en Dios, nuestro Padre, y profundamente esperanzados y comprometidos con las Escuelas Pías. Hemos sido llamados por el Capítulo General para servir a la Orden como Congregación General. Trataremos de hacerlo con dedicación y entrega, en fidelidad al Evangelio, a nuestras Constituciones y a la Misión educativa y evangelizadora que tenemos confiada.

Deseamos compartir con todos ustedes la experiencia vivida en nuestro Capítulo General. A lo largo de estas semanas han sido muchas las reflexiones, los encuentros, las oraciones y celebraciones, los trabajos, en los que hemos podido disfrutar de la vida y de las esperanzas de la Orden, traídas a Peralta por cada uno de nuestros hermanos. A esa misma esperanza les invitamos a todos. Desde esa esperanza les ofrecemos nuestro compromiso.

Al escribir esta carta, les tenemos presentes a todos. A los jóvenes que están viviendo sus primeros años como religiosos escolapios y que anhelan el testimonio de la vivencia profunda de nuestra vocación para experimentar en toda su plenitud la llamada y el envío; a los que están plenamente dedicados a la misión o al cuidado de las personas e instituciones, que esperan una invitación a la fidelidad creciente experimentada en el trabajo de cada día; a los que con el paso de los años van recibiendo nuevas oportunidades de vida escolapia quizá con menos actividades y responsabilidades, pero ojalá que con el mismo deseo de servicio; a los ancianos y enfermos, que tratan de vivir la fidelidad vocacional experimentando de modo nuevo que estamos en las manos amorosas de Dios. También a los jóvenes que se plantean nuestra vocación y que, sin saberlo, están en la oración de todos los escolapios y, sin duda, en el sueño de José de Calasanz. Les deseamos a todos que Dios, nuestro Padre, les conceda el precioso regalo de vivir el seguimiento de Cristo, como escolapios, entregando nuestra vida para que la vida crezca en los demás (C 18).

Hemos asumido con ánimo y esperanza el encargo de acompañar el camino de la Orden. Nos sentimos fortalecidos por su oración y su cercanía, y exigidos por sus expectativas y propuestas. Sentirse exigidos y fortalecidos por la Orden es una extraordinaria experiencia, que agradecemos y que queremos devolver del mismo modo: acompañando el camino de las Escuelas Pías e impulsando su vida y su misión en todas y cada una de las Demarcaciones y en las nuevas presencias que podamos engendrar.

En esta nuestra primera comunicación con toda la Orden queremos, de modo sencillo, ofrecerles algunas reflexiones que deseamos compartir con todos ustedes. Del Capítulo hemos recibido muchas propuestas, sugerencias, opciones. Hacemos nuestro todo lo que nos han pedido nuestros hermanos, y se lo presentamos con el deseo de que caminemos en comunión por las sendas propuestas por nuestro Capítulo General.

Queremos trabajar por el bien de la Orden, que es quien nos envía. Sobre todo,

a) queremos contribuir a impulsar nueva vida en la Orden, expresada en la consolidación de lo que somos y tenemos y en el impulso de nuevas presencias escolapias, en el acompañamiento de las personas y comunidades para cuidar la vivencia fiel y auténtica de nuestra vocación, expresada en las Constituciones, en el esfuerzo por crecer en comunión entre nosotros, en la creación de las nuevas estructuras que necesitemos para el impulso de nuestra misión.

b) queremos trabajar para que la Orden crezca en apertura a la realidad que nos rodea (C 11) y pueda responder a los grandes desafíos sociales, educativos y evangelizadores que nos plantea el mundo en el que vivimos. Sobre todo, deseamos que la Orden esté abierta a los niños, a los jóvenes, a las realidades de pobreza y a las exigencias de evangelización y renovación de la comunidad cristiana.

c) por eso, deseamos invitar a la Orden a crecer en pasión por la Misión, que es la razón de ser de las Escuelas Pías: “El seguimiento de Cristo, norma suprema de nuestra vida, se concreta en el carisma de Nuestro Fundador, que consiste en la evangelización de los niños y jóvenes, ante todo de los abandonados, con amor paciente y generoso” (C 17). Los escolapios somos llamados a una mies fertilísima, y no podemos sino dedicamos a ella con todo nuestro ser. Sólo así invitaremos a otros a formar parte de nuestro grupo y sólo así seremos fieles a nuestra vocación.

d) y, sobre todo, deseamos invitarles a todos a “vivir a la altura de la Buena Noticia del Mesías” (Flp 1, 27). Deseamos que este sea nuestro compromiso, tal y como Nuestro Santo Padre Calasanz insistía a los suyos: “Y si los nuestros que han ido a esas partes considerasen que lo que se hace por un niño pobre lo recibe Cristo en propia persona, estoy seguro de que pondrían mayor diligencia” (e. 2441).

Deseamos compartir con ustedes algunas de las grandes opciones que el Capítulo General nos ha encomendado a lo largo de estas largas y fraternas jornadas de trabajo que hemos tenido en Peralta. Son nuestra primera lectura del encargo recibido de parte de la Orden. Seguro que con el tiempo iremos madurando en todo esto y, ojalá, enriqueciendo nuestras propuestas con sus aportaciones. Desde el principio les queremos hacer partícipes de nuestros compromisos y orientaciones. Se las presentamos agrupadas en tres grandes bloques: nuestro ser escolapio, la misión escolapia y las estructuras desde las que queremos mejorar nuestro ser y nuestro quehacer.

1. Trabajaremos para fortalecer y renovar el cuerpo de las Escuelas Pías:

1.1 impulsando la pastoral vocacional específica a la vida religiosa escolapia, llamando a los jóvenes a descubrir la vocación escolapia como propia y contribuyendo a crear horizontes que les permitan sentir que sus sueños de seguimiento de Jesús son posibles en la casa de Calasanz.

1.2. cuidando especialmente la formación inicial, llevada desde comunidades corresponsables y formativas, capaces de acompañar la globalidad de la vida escolapia de los jóvenes haciéndola crecer.

1.3. invitando a las comunidades escolapias y a las Demarcaciones a encarnar nuestra vida religiosa desde los ideales expresados en nuestras Constituciones, en fidelidad creciente. Sobre todo, buscando crecer en nuestra dimensión de creyentes y seguidores de Jesús, que nos invita a vivir en comunidad.

1.4. cuidando nuestra identidad vocacional como religiosos y potenciando a la vez la comunión con tantas personas y comunidades que comparten nuestro carisma, buscando así unas Escuelas Pías capaces de vivir en plenitud los dinamismos propios de una Orden religiosa y la riqueza del kairós eclesial en el que nos encontramos, expresado como comunión de carisma y ministerio.

1.5. construyendo unas presencias escolapias, locales y provinciales, convocantes a la Misión Compartida y animadas desde la comunidad religiosa y la comunidad cristiana escolapia, almas de nuestra misión.

2. Propondremos con entusiasmo el compromiso con nuestra Misión. Toda nuestra vida escolapia está llamada a la Misión educativa y evangelizadora. Nuestro Señor llamó a los que El quiso para que estuvieran con El y para enviarlos a predicar (Mc 3, 14). Nosotros nos sentimos así, como los primeros discípulos: llamados, fortalecidos y enviados a la misión que la Iglesia nos encomendó a través de Calasanz. Sobre todo,

2.1. deseamos cuidar el sentido de misión de nuestras comunidades y la entrega misionera de nuestros religiosos. Siempre podemos mejorar en esto y deseamos proponerles una nueva reflexión sobre cómo estamos cuidando en nuestra vida personal y comunitaria nuestra entrega al trabajo apostólico (C 20).

2.2. recibimos del Capítulo el encargo de cuidar la calidad con la que ejercemos nuestro ministerio. Deseamos hacerlo impulsando la centralidad de los niños y jóvenes, nuestra opción por los pobres, la Misión Compartida, la pertenencia eclesial, el anuncio del Evangelio en nuestras Obras, la educación de calidad, el acompañamiento de los niños y jóvenes, la formación de educadores y el compromiso con la reforma de la sociedad. Todas ellas son claves de nuestra identidad ministerial, pero sólo seremos capaces de llevarlas adelante si crecemos en celo apostólico y configuramos, desde este espíritu misionero, nuestra vida cotidiana.

2.3. confiamos en el dinamismo de la Misión Compartida como una fuerza clave en el impulso de nuestra tarea ministerial. Deseamos acompañar el proceso de tantas personas que entienden su vida en corresponsabilidad con las Escuelas Pías. Y desde este dinamismo, confiamos en poder dar nuevos pasos de misión en nuevos lugares y de nuevas maneras.

3 Sabemos que todos estos desafíos necesitan estructuras desde las que sea posible llevarlos adelante. Por ello,

3.1. deseamos contribuir a revitalizar nuestra Orden desde un proceso de reestructuración compartido y discernido con el conjunto de las Escuelas Pías que sea capaz de engendrar nueva vida para la obra de Calasanz.

3.2. trataremos de fomentar el trabajo en equipo y el crecimiento de nuestra Orden como una red tejida en la comunión, vivificada por la savia del carisma y fortalecida por el intercambio, la corresponsabilidad de todos con todos y la atención preferencial a aquellas zonas de la Orden en las que hay más necesidades.

3.3. deseamos impulsar estructuras y plataformas de Misión Compartida que nos hagan capaces de responder a nuestras necesidades estructurales, que son fundamentalmente tres: los recursos humanos, los recursos económicos y el trabajo desde proyectos definidos y sostenibles liderados por equipos y comunidades corresponsables y comprometidos.

Queridos hermanos, somos conscientes de que podemos tener la tentación de querer decir todo en una carta. No caigamos en ella. Tampoco caigan ustedes en la tentación de querer encontrar todo en una primera comunicación. Sólo hemos querido compartir algunas primeras reflexiones y opciones que tenemos en nuestra mesa y en nuestro corazón. Tenemos la suerte de empezar nuestro servicio a la Orden en un año que es, por invitación del Papa Benedicto XVI, un año sacerdotal. Y por celebrar el tercer centenario del nacimiento de San Pompilio, un Año Pompiliano en toda la Orden. Pidamos a Dios que nos conceda vivir nuestro sacerdocio con profunda actitud de servicio para poder ser así testigos del Señor Jesús en medio de los niños, de los jóvenes y de la comunidad. Ojalá podamos contribuir a “promover el compromiso de renovación interior de todos los sacerdotes, para que su testimonio evangélico en el mundo de hoy sea más intenso e incisivo” (Carta de Benedicto XVI convocando el año sacerdotal).

Nos ponemos a su disposición. Nos sentimos enviados a la totalidad de las Escuelas Pías: a los religiosos; a las comunidades, obras y Demarcaciones; a quienes comparten con nosotros misión y carisma, a los niños y jóvenes de nuestras presencias. Y a la vez que les decimos que pueden contar con nosotros, nos atrevemos a pedir su corresponsabilidad con la Orden, su autenticidad de vida y su oración.

Reciban un abrazo fraterno, y nuestros mejores deseos para todos.

Peralta de la Sal, 22 de julio de 2009.

Mateusz Pindelski, Asistente General por Italia y Europa Central
Miguel Giráldez, Asistente General por España
Sergio Fernando Hernández, Asistente General por América
Pierre Diatta, Asistente General por África y Asia
Pedro Aguado, P. General

Ricardo Querol,
Secretario General

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