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Monday, December 21, 2009

Discernir a la luz de las Constituciones y de la palabra de Calasanz

CARTA A LOS HERMANOS
Pedro Aguado, Padre General
XII.09

Queridos hermanos:

Os saludo con afecto, deseando para todos vosotros que este Adviento que nos disponemos a iniciar sea para todos una oportunidad de auténtico encuentro con el Señor, al que esperamos porque le necesitamos como respuesta a nuestras esperanzas.

El Adviento nos impulsa a profundizar en nuestra fe, porque nos ayuda a comprendernos en lo que somos: personas buscadoras de plenitud y necesitadas de la presencia de Dios. Os deseo que viváis estas semanas como un itinerario de fe, sabiendo acoger personal y comunitariamente al Dios que se hace niño y que, en su pequeñez, nos ayuda a entender a Dios.

En esta carta mensual que os escribo quisiera presentaros un pequeño proyecto que hemos preparado en la Congregación General como una sencilla aportación al camino de fidelidad que entre todos vamos recorriendo como escolapios. Pienso que necesitamos mediaciones y recursos que nos ayuden en nuestro crecimiento vocacional y que faciliten nuestra formación personal y comunitaria. Os explico brevemente el proyecto y ya desde ahora os pido vuestras sugerencias.

Quisiéramos ofreceros algunas publicaciones en las que reflexionemos sobre los desafíos fundamentales que tenemos como escolapios, iluminándolos desde las Constituciones de la Orden y desde los escritos de San José de Calasanz. Buscamos hacer una lectura de nuestras Constituciones actuales y de las escritas por Calasanz, pero desde la óptica de algunas preguntas de fondo que tenemos planteadas como religiosos escolapios.

Por lo tanto, es un proyecto que trata de conjugar dos dinamismos. Por un lado, deseamos poner nombre a algunos de los principales retos que tenemos. Por otro, deseamos impulsar con decisión la lectura y reflexión sobre nuestras Constituciones, pues en ellas se encuentra nuestro proyecto de vida, intentando también animar al estudio y conocimiento de los textos de Calasanz, cuya riqueza sigue inspirando nuestra vida cotidiana. Deseamos buscar respuestas a nuestras preguntas desde nuestras propias opciones de vida.

Si todo va bien, cada año recibiréis un folleto en el que desarrollaremos un desafío y lo trataremos de iluminar desde las Constituciones. Como os digo, es sólo una pequeña aportación, pero la consideramos importante y os quiero explicar brevemente las razones.

a) En primer lugar, este proyecto nos recuerda que vivimos en un mundo y en un contexto que nos plantean retos y preguntas. Hemos de saber reconocerlos, ponerles nombre, describirlos y discernir sobre ellos. Esta es ya una tarea que nos puede ayudar a ser conscientes de que no podemos vivir “con el piloto automático”, sin
tratar de comprender los dinamismos en los que nos movemos, las preguntas que se nos hacen o los retos que se nos plantean. Por lo tanto, hermanos, abramos los oídos y escuchemos con atención lo que resuena en nuestro interior.

b) En segundo lugar, deseamos incentivar una lectura de las Constituciones que nos ayude a vivir con más autenticidad nuestra vida religiosa. Pienso que tenemos que hacer un esfuerzo mayor por interiorizar las Constituciones y vivir desde ellas, y por eso vamos a intentar estudiarlas desde la referencia de lo que estamos viviendo.

c) Finalmente, nos gustaría que fuéramos capaces de conjuntar ambos dinamismos: iluminar lo que ansiamos vivir desde el proyecto desde el cual definimos nuestra vocación. Pienso que de este modo podremos caminar con más fidelidad y capacidad de respuesta.

Esto nos ha supuesto hacer un trabajo de discernimiento sobre algunos de los desafíos fundamentales que tenemos planteados y que, probablemente, son comunes al conjunto de la Vida Religiosa. Pero nosotros los queremos iluminar desde Calasanz. Estos son los seis retos que hemos elegido:

una vida en proceso de fidelidad vocacional
centrados en Jesucristo
la pasión por la misión
la significatividad de nuestra vida
la oración que nos centra y nos fortalece
la revitalización de nuestra Orden

Ciertamente que hay muchas más áreas de nuestra vida y misión sobre las que necesitamos reflexionar. Os invitamos a todos a hacerlo, convencidos de que de este modo podremos ayudarnos mutuamente. Pero hemos hecho un proyecto de sexenio y hemos elegido seis. En nuestra elección hay ya una lectura de nuestra realidad, sin duda. De modo sintético, os resumo lo que quiero decir con cada uno de ellos.

“Una vida en proceso de fidelidad vocacional” A lo largo de estos meses estoy hablando con muchos religiosos, bastantes de ellos jóvenes que están iniciando su camino. Con todos ellos me gusta reflexionar sobre una de las claves escolapias de las que estoy más convencido: una cosa es la entrega incondicional de la primera opción y otra la fidelidad vocacional del día a día, aunque las dos tienen la misma raíz. ¿Cómo vivir el día a día con la plenitud de la generosidad con la que hacemos nuestra primera profesión?. Somos llamados a vivir en proceso de fidelidad. Este es el secreto de la formación permanente y, más aún, el secreto de la renovación de nuestra Orden: “Yo soy quien os ha elegido y destinado a dar fruto, un fruto que dure” (Jn 15, 16).

“Centrados en Jesucristo”. Esta es nuestra primera y definitiva opción: somos seguidores de Jesús. Sólo lo seremos si hacemos de Él el centro de nuestra vida. O es el único Señor, o estaremos descentrados. Por eso, “le seguimos como a lo único necesario” (C 16). ¿Qué dinamismos tenemos que cuidar para ser, en verdad, seguidores de Jesús y sólo de Jesús?. No olvidemos nunca que también nosotros podemos ser como aquel discípulo que decía honestamente “te seguiré adondequiera que vayas” y que obtuvo como respuesta “los zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza” (Lc 9, 57-58).

“La pasión por la misión”. No hay duda de que las Escuelas Pías somos para la Misión. Para ella fuimos engendrados y a ella somos permanentemente enviados. Pero esta convicción se puede vivir, se vive, de muchas maneras. Deseamos invitaros a vivirla y encarnarla con verdadera entrega, discernimiento y entusiasmo, a pesar de que en ocasiones no es fácil. Necesitamos fundamentar esta convicción y hablar de esto entre nosotros. “Anunciar el Evangelio no es para mí mérito alguno, sino mi obligación.

¡Pobre de mí si no anunciara el Evangelio!” (I Cor 9, 16).

“La significatividad de nuestra vida”. Todos sabemos que la vida religiosa tiene que ver, sobre todo, con la dimensión del signo. Estamos para ser signos transparentes del mensaje de Jesús. Pero en muchas ocasiones no sabemos seguir más adelante, describiendo aquellos procesos que necesitamos impulsar para poder ser, en verdad, signos creíbles de un propuesta nueva. Nos gustaría ofrecer algunas reflexiones que nos ayuden en esta tarea. Posiblemente también nosotros necesitamos tomar decisiones significativas que transformen la vida, como la mujer que pensó que “si le toco la túnica, mi vida puede cambiar” (Mc 5, 21-34).

“La oración que nos centra y nos fortalece”. Es claro que esta es una de las dimensiones de nuestra vida en la que más insistió Calasanz y en la que más tenemos que pensar como escolapios. Hemos de hablar de nuestra vivencia espiritual, de la oración personal y comunitaria, de los espacios y momentos de los que nos dotamos para vivir y experimentar esa oración que nos transforma y fortalece. Cuidar nuestra oración es cuidar nuestra vocación en su mayor autenticidad. “Tú, cuando ores, entra en tu habitación y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará” (Mt 6, 6).

“La revitalización de nuestra Orden”. Nuestro Capítulo General colocó este tema como el hilo conductor de nuestro momento actual como Orden. ¿Qué significa para nosotros buscar renovar nuestra vida y nuestra misión?. ¿Qué nos puede sugerir Calasanz para ayudarnos en este camino?. ¿Cómo entienden nuestras Constituciones este anhelo de mayor fidelidad y vida escolapia?. “A vino nuevo, odres nuevos” (Mc 2, 22.)

Dentro de unos meses recibiréis el primero de los folletos qaue estamos preparando. Ya desde ahora agradezco a quienes van a colaborar con nosotros para escribirlos y a todos vosotros por vuestra acogida y vuestro trabajo. Ojalá sepamos vivir siempre tratando de responder nuestras preguntas y buscando también respuestas en quien nos engendró.

Recibid un abrazo fraterno y mis mejores deseos para todos. Os deseo que el Adviento que comenzamos sea para todos camino de conversión y encuentro con Dios.

Pedro Aguado
Padre General

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