Mnsr. Bosco Vivas
SÁBADO 23 DE ENERO 2010,
a las 10:00 a.m.
Catedral de León
(Misa de Santa María en Sábado.
1ª Lectura: Segundo Libro de Samuel 1,1-4.11-12.19.23-27.
Salmo 80(79),2-3.5-7.
Evangelio según San Marcos 3,20-21.)
Mis queridos hermanos Sacerdotes: Mons. Ariel [Ortega Gasteazoro], Padre [Manuel Ricardo] Sierra [Juárez], Padre Abelardo [Toval Ayestas], Mons. [Francisco Xavier] Leiva [Sánchez].
Hermanos y Hermanas: Religiosos [y Religiosas]; Maestras y Maestros;
hermanas y hermanos todos:
En torno a este Altar, hoy juntamos, todos, una intención para presentarla al Señor; esta intención es una ofrenda; Ponemos en Sus manos este año lectivo que está por iniciarse, en manos del Señor ponemos nuestros trabajos, nuestra propia familia, nuestro compromiso de educadores, y pedimos humildemente al Señor que al aceptar esta ofrenda de nuestra vida y nuestro trabajo, bendiga nuestras personas y a todas aquellas que durante el trayecto del año van a acercarse a nosotros, sea como hermanos con quienes compartimos nuestros afanes, como familia con la que compartimos la misma casa, alumnos, padres de familia..., en fin, que bendiga el Señor a todas las personas con las que vamos, en este año, a tener cierta relación de amistad y de compromiso en nuestra misión educativa.
Poniendo ante el Señor nuestra vida y nuestro ser y nuestro trabajo, poniéndolo en su corazón todo, dispongámonos a escuchar al Señor que quiere hablarnos. Es la Palabra de Dios la que tiene que ir iluminando nuestro caminar.
Esta palabra del Evangelio de San Marcos, que hoy la Iglesia nos ofrece, es muy breve, apenas unos dos versículos. Y, además, muy, muy resumida, en cuanto a la enseñanza que contiene, por lo menos en apariencia, porque nos vamos a dar cuenta que allí hay mucho, como toda Palabra de Dios, que puede ayudarnos a nosotros.
Se nos dice que Jesús, con sus Apóstoles, recibe en torno a Él (y a los Apóstoles), a una gran multitud de personas. Querían escuchar a Cristo y, por supuesto, beneficiarse, también, de su Poder Divino. Y es tal la cantidad de personas y la insistencia con la que lo rodean, y no lo abandonan ni de día ni de noche, que los parientes de Jesús tienen temor (se habla de los familiares según la carne), y entonces van en busca del Señor, según ellos, según estos parientes, para liberarlo de ese asedio que pone en riesgo su salud. Aquí podríamos preguntarnos: ¿Estaba la Virgen entre esas personas? Si nosotros leemos este Evangelio, más adelante, y además el Texto de San Lucas, que es paralelo a éste, se hace referencia a la Virgen también. Pero nosotros sabemos también, que cuando el Señor es requerido por su familia con la excusa de que está fuera de sí, en esa idea no entra su madre. Nosotros no podemos meter a la Virgen en ese pensamiento, en el grupo de los familiares que pensaban así. ¿Cómo lo sabemos? Porque la Tradición y la creencia de la Iglesia es que la Virgen es una mujer santa y totalmente dedicada a Dios, incapaz de pecar y, aún incapaz, de cualquier imperfección; Porque el buscar a Jesús para sacarlo afuera, pero con esa excusa, ciertamente que sería una imperfección en quienes están alentados por esas ideas; Y eso no lo podemos suponer de la Virgen. Pero la Iglesia llega a esta convicción, de que la Virgen no estaba en comunión con ese pensamiento, por lo que la misma Biblia dice. Porque la Santa Escritura, incluso en el texto de San Lucas a que hacía referencia, una mujer va a levantar la voz y va a bendecir a la Virgen por haber dado la naturaleza humana al Señor. Y Jesús va a completar aquella idea, no a contradecirla. “Bendito el vientre que te llevó y los pechos que te alimentaron”, dijo la mujer. Jesús dice: “Más bien...”, es decir: Está bien eso, pero es mejor lo que voy a decir: “Más bien dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica”; Eso se refiere, en primer lugar, a su madre. Su madre ha aprendido, poco a poco, la lección del Divino Maestro: Que ella no sólo está llamada a ser la Madre de Jesús según la carne, sino, también, la Madre de Jesús espiritualmente hablando, y la Madre de todos aquellos que forman un Cuerpo con Jesús, es decir: Está llamada a una Maternidad Espiritual. Es Madre Carnal de Cristo, pero su vocación completa está en ser Madre Espiritual del mismo Jesús y de todos aquellos que están unidos a Jesús por la fe. La Virgen ha venido comprendiendo ese mensaje.
Desde que su hijo, a los doce años, le dijo: “¿Por qué me buscaban? ¿No saben que Yo tengo que estar en la Casa de mi Padre?” o “en las cosas de mi Padre”, como traducen otros. La Virgen, dice el Evangelio de San Lucas, en esa ocasión no entendió; José tampoco. Pero, refiriéndose a la Virgen, dice San Lucas: “Y la Madre conservaba todo esto meditándolo en su corazón.” La Virgen iba entendiendo, que ella, sí, tenía la misión de cuidar a Jesús, como su hijo carnal, pero, a la vez, tenía la misión de dejarlo en libertad y de acompañarlo, sencillamente, en la voluntad que Él tenía de salvar al mundo. Y eso lo da a entender la Virgen, ya como una cosa comprendida por ella, totalmente, a la luz del Espíritu, cuando está al pié de la Cruz. Cuando el Hijo le dice: “Mujer, allí tienes a tu hijo.” Ella comprendió que esa era “la hora” para la cual el Hijo la había venido preparando y que se lo había recordado, incluso, en Caná de Galilea, cuando le dijo: “No ha llegado Mi Hora”, como diciéndole: Cuando llegue “la hora”, entonces, no sólo vas a conseguir el milagro que estás pidiendo para los esposos de Caná, sino que vas a conseguir el milagro de cooperar conmigo en el renacimiento espiritual de la humanidad.
Pues, bien, es interesante, a partir de este Evangelio, que nosotros lo entendamos, que no vayamos teniendo ideas equivocadas, sino que, a la luz de la Tradición de la Iglesia y de las Enseñanzas de la Iglesia, nosotros vayamos dándole al Evangelio el verdadero mensaje querido por Dios. Y, en este caso, repito, allí, entre las personas que no son perfectas y que buscan cómo apartar a Jesús del camino del seguimiento de la Voluntad del Padre, no está Su Madre. Están sus otros parientes, pero no ella.
Pues, bien, dejando eso a un lado.
Nosotros vemos allí que Jesús está enseñando, y a enseñar el Señor dedica toda su vida, y esto nos viene bien a nosotros educadores. Podíamos decir, que: “Vocación de Jesús”, “Llamada para Jesús” de parte del Padre era salvar al mundo, pero enseñándole el camino al Cielo. Camino que será el mismo Cristo, la aceptación del mismo Cristo, ciertamente, pero también Camino que incluye las enseñanzas de Cristo. Porque si creemos en Cristo tenemos que creer en lo que Él enseña. A nosotros nos toca, después de creer en Cristo (somos creyentes católicos, Profesores, Maestros), a nosotros nos toca Enseñar a los demás la Doctrina de Jesucristo.
Miren: De dos maneras lo hacemos: Capacitando al niño, o a los jóvenes, para que puedan encontrarse con la Palabra o para que puedan, sencillamente, prepararse para enfrentar la vida, los problemas de la vida, armados de la fe, ya estamos, de esa manera, cumpliendo esta misión. Pero, también, hablando expresamente de Jesucristo cuando haya ocasión, e, incluso, como decía San Pablo, aún sin ocasión: Con ocasión o sin ella, el que ama a Cristo no puede callarlo, ni su Nombre ni el amor que le tiene. Y eso es lo que deberíamos de tener nosotros en el corazón, mis queridos Maestros, si hemos llegado a entender lo que es Cristo para nosotros, la belleza de ser continuadores de esa Misión Suya, de Educadores ¿Cómo vamos, entonces, a olvidarnos del Señor, cuando estemos cumpliendo nuestros deberes, nuestra vocación?
El Sínodo Diocesano, que, como todos sabemos, realizamos el año pasado, y cuyos Documentos, que han sido ya aprobados, van a comenzar a ponerse en práctica el día de la Asunción de María Santísima en este año, contiene enseñanzas que me interesa muchísimo que Uds. conozcan. Que, entre los libros que Uds. lean y vuelvan a leer otra vez, esté también el Texto de los Documentos Sinodales. No al mismo nivel que la Santa Escritura, ciertamente, pero sí sabiendo que ese Sínodo y los Decretos no se oponen a esa Palabra de Dios sino lo contrario: Será una ayuda para lo que Dios nos dice a través de su Palabra, explicada por la Iglesia, nosotros vayamos poniéndolo en práctica por caminos seguros como son las Normas Sinodales. Las Normas del Sínodo son pues, un camino seguro para cumplir lo que Cristo-Jesús quiere para su Iglesia Diocesana, aquí, en León y Chinandega, y en estos tiempos. Tengamos fe. Por lo tanto: ¡A tener nuestro Texto y a leerlo y releerlo!. Allí se contienen, también, algunas indicaciones expresas para los Educadores. Al leer Uds. el Capítulo de la Educación, de la Pastoral Educativa, Uds. se darán cuenta que el Primer Punto o la Primera Norma del Sínodo referente a la Educación es tener claro el objetivo por el cual nosotros estamos en la Iglesia ocupando ese lugar de Educadores: Para preparar a los niños y a los jóvenes a un encuentro con Jesucristo, a un encuentro con Jesucristo que incluye la capacitación para este mundo, para poder salir adelante en este mundo, bien capacitados, e, incluso, para que ellos, con su trabajo, vayan mejorando este mundo, pero sin olvidarnos de que toda esta capacitación, preparación, no puede ser desvinculada de la Luz de la Eternidad. Somos peregrinos en esta tierra. Y, nosotros, como dice el Apóstol San Pablo, no debemos olvidar eso, porque si somos peregrinos aquí, quiere decir que somos Ciudadanos del Cielo. Y no debemos tener pena, vergüenza, de confesar esta fe en la Vida Eterna.
En las Enseñanzas de Jesús, que son las que nosotros tenemos que proponer, está, siempre, ese punto claro: De que todo, absolutamente todo, conduce, o tiene que conducir, al encuentro con Dios. Encuentro con Dios que se da ya aquí, pero que llega a su cúlmen, a su perfección total, en la eternidad. Eso no lo podemos olvidar. Es asunto ya de prepararnos nosotros, porque si nosotros no estamos convencidos de estas realidades bellísimas de nuestra Santa Fe, no vamos a entusiasmar a los jóvenes y a los niños cuando les presentemos la Persona de Jesús y sus Enseñanzas como camino de realización aquí, en la tierra, y de plena felicidad en el Cielo.
Es verdad, también allí en las Normas que se contienen en el Documento Sinodal, es verdad que en nuestro trabajo debemos de tener mucho, mucho cuidado en cuanto a no olvidar que estamos cooperando con las familias. Somos colaboradores de la familia. Uds. mismos tienen sus propias familias. La familia, según la Enseñanza del Magisterio de la Iglesia, la familia está presente realmente en toda la Pastoral de la Iglesia, en toda. No hay aspecto de la Pastoral de la Iglesia que, de alguna manera, no lleve implícita allí la presencia de la familia.
La Educación, lo digo nuevamente, la Educación y la Pastoral Educativa es una manera privilegiada, que tiene la familia para que se le ayude en el sagrado deber o misión que tiene el padre y la madre de educar al hijo o a la hija. O, bien, la familia cuenta con la ayuda de nosotros para cumplir esa misión, siempre y cuando nosotros tratemos de mantener una relación con ella, en bien de los hijos que los Padres han enviado a nuestras Instituciones Educativas. ¿Ven? Entonces es importante esto. Yo sé que no es tan sencillo, y que se ha probado de muchas maneras este encuentro con los Padres de Familia. Y la verdad es que no hemos encontrado la mejor solución, en el sentido de que hay una respuesta ni del noventa, menos del cien por ciento (cuando llamamos a los Padres de Familia). Pero, entonces, es el momento de pensar, de reflexionar, como lo he dicho en otras ocasiones: ¿Por qué no pensar, nosotros, en algún equipo del Colegio, que se dedique a visitar a los familiares de los alumnos? Puede ser que esta sea una idea irrealizable en la práctica, de manera total y perfecta, pero, por lo menos, con aquellos alumnos con los cuales hay ciertas dificultades o algunas características especiales, y al hablar de “especiales” no hablaría solamente de aspectos negativos, -un niño, un joven conflictivo-, sino también de algo bueno, de algún joven o alguna joven que expresa alguna inclinación, alguna llamada hacia la consagración total a Cristo. Tener en cuenta estas cosas y visitar las familias. Compartir con ellos, con el padre y la madre, las inquietudes con respecto a aquel niño, a aquella joven o a aquel joven. En fin, es una idea, nada más. Pero si Uds. tienen esa voluntad de hacer que la Misión de Educadores sea cumplida por nosotros, encontrarán luces y encontrarán maneras, también, para poder llegar al Encuentro de la Familia.
La Pastoral Educativa, por otra parte, ya lo he dicho de algún modo, tiene sus relaciones con la Pastoral Vocacional, por lo tanto, también es necesario que Uds. estén atentos a ver cuáles son las inclinaciones del joven o de la joven, no sólo en el caso de que manifiesten que quieren ser Religiosos o Sacerdotes sino en el caso de cualquier trabajo o capacitación que quieran tener, ¿Saben para qué? Para que junto a los conocimientos que les tienen que ofrecer vaya, también, la motivación, de que lo que quieren ser lo sean pensando en el servicio a los demás. En otras palabras, ayudando al niño o al joven a irse liberando del egoísmo. Tenemos que ir formando al hombre y a la mujer con la novedad de Cristo, que es novedad de amor, de entrega, de sacrificio por los demás. Y como lo que se opone a esto es el egoísmo, sobre todo; El egoísmo que se acompaña de la ambición, de la codicia, pues, entonces, hay que ir ayudando al niño. Esa es una manera de apoyar una vocación cristiana: Ir liberando al niño, a la joven, de ese egoísmo: Abrirle el horizonte al servicio, desinteresado y total también, en el campo donde sientan que Dios los está llamando, no necesariamente en el campo Religioso o Sacerdotal.
Igual la relación de la Pastoral Educativa con la Pastoral de la Cultura. Allí tiene que haber también un encuentro de nosotros, Educadores, con el mundo. Entender..., Dialogar... Pero para estar preparados para este diálogo con el mundo, -y hablo del mundo en cuanto a ideas, costumbres y cosas que van entrando y que van haciendo la mentalidad más común en las personas de hoy-, para poder dialogar hay que estar convencidos de lo nuestro, -vuelvo a lo primero- hay que estar convencidos de que Cristo es realmente el tesoro más grande de nuestra vida y que sus enseñanzas son válidas, y serán válidas siempre, como la mejor solución, aunque la mayoría pudiera pensar (en esas culturas del mundo) que no es así. Tener el valor de decir: No veo claro que el mundo, con lo que me ofrece, pueda satisfacerme a mí o satisfacer a las generaciones que vienen. Ese diálogo, pues, que sea claro, respetuoso y valiente, por lo tanto, el encuentro con las culturas de hoy. El Papa Pablo VI decía que, es una tragedia este divorcio entre la fe y la cultura. Tenemos que buscar cómo la cultura, -que al fin y al cabo, cuando es “cultura”, es un “cultivo bueno”, viene de Dios- se encuentre también con la fe, que es también de Dios; Porque la fe es un Don de Dios, en primer lugar, no lo olvidemos. La fe no la hemos merecido, se nos ha dado, es un regalo de Dios. Que después tenemos que cooperar para no perder ese Don, es verdad, pero en principio es un Don de Dios. Entonces, si todo es regalo de Dios, quiere decir que hay “nexos”, no todo es opuesto. Pero así, como en la fe se meten errores, así, también, en la cultura se meten venenos, que en vez de “cultivar”, dar vida, matan al ser humano.
¡Saber dialogar...! Esto no es sencillo, pero, nosotros mismos, Profesores, tenemos que ir ya, en un mundo tan variado -¡Con tantas ideologías...! ¡Ideas que cunden...!- actuando como convencidos cristianos. Como seguidores, no de una idea o de una ideología, sino de “Alguien”, que es “La Verdad” y “La Vida”: ¡De Jesucristo!. Por lo tanto, sin complejos, sin creernos más –porque lo que tenemos se nos ha dado, ha sido recibido- pero, tampoco, sin complejos y creyéndonos menos.
Pues, bien hay tanto que hacer, hay tanto que hacer, mis queridos hermanos Maestros y Educadores, y tenemos que prepararnos.
Y, para terminar, también una idea, que creo que se contiene aquí, en el Evangelio de hoy. Es la relación entre la Misión que se cumple y la propia familia. En este caso, esos familiares de Jesús (repito, que no está su madre entre ellos) tienen ideas negativas, defectuosas. En este Evangelio, esa relación de Jesús con su familia, según la carne, ciertamente que viene como una tentación, de quererlo apartar de la Misión, de la Misión de Evangelizar, de anunciar el Amor de Dios: ¡La Salvación!. Miren que, también, a veces, nuestras propias familias serán un peso que nos quite el entusiasmo en la Educación; Puede ser..., por los mismos problemas que lleva consigo. Puede ser... que el asunto familiar nos agote tanto... que ya no tenemos paciencia para poder ejercer, con verdadero espíritu de servicio, la Misión de Educadores, o se nos aminora, por lo menos, el entusiasmo. ¿Qué hacer? ¡Elevar, también, el nivel de nuestro propio hogar... de tal manera que sea, no sólo “nuestra familia carnal”, sino, también, “nuestra familia espiritual”!. ¡Elevemos el nivel de nuestro hogar buscando cómo ser Apóstoles de nuestros seres queridos: La familia! Si todos, o algunos, por lo menos, se encuentran con Cristo y comulgan con nosotros en esta idea, entonces, el asunto de “la familia según la carne” no va a ser obstáculo para cumplir la Misión de Educadores. Todo lo contrario, como el hogar es un Oasis donde compartimos nuestra fe, entonces nos va a ir levantando el ánimo y el entusiasmo para que podamos cumplir, cada vez mejor, con más alegría la Misión Educativa.
Termino como comencé: ¡En el Corazón de Cristo ponemos nuestra vida y este año!. Y, para que esta entrega vaya embellecida, desprovista de nuestras limitaciones y pecados, nada mejor que implorar la ayuda de María Santísima. ¡Que ella purifique nuestras intenciones de tal manera, que las presente a Jesús libre de las mezquindades que podemos tener cuando ofrecemos nuestras cosas, que por ser fruto de pecadores también van un poquito sucias!. ¡Que la Virgen limpie estas intenciones para que sea digna esta ofrenda de unirla a la Ofrenda del mismo Jesús en este Altar!
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